Museo Regional de Aysén

Mujeres guaitequeras y la navegación

Ana Nahuel, Melinka. Susannah Buchan.

Ana Nahuel, Melinka. Susannah Buchan.

Ana Nahuel, Melinka. Susannah Buchan.

“Y de ahí yo empecé a trabajar al erizo sola, acá al otro lado con un bote mediano. Sacar erizo cualquier erizo y lo desconchaba lo vendía a los barcos grandes, los barcos grandes que venían a descargar acá madera de ciprés” [Ana, 2009]

La relación de las mujeres con la navegación muchas veces se plantea como distante, pues constituye una práctica que consideramos principalmente masculina. La figura del marinero y del pescador se vincula a la creencia popular de que las mujeres no podrían embarcarse y que ello traería mala suerte. Las mujeres, relegadas a la orilla o al agua a media cintura, son protagonistas de la recolección de algas, mariscos y carbón a lo largo de nuestras costas. Muchas descritas a la espera del retorno, bajo la imagen mítica de Penélope en occidente.

Sin embargo, existen sociedades donde la participación de las mujeres en la navegación y en la pesca ha sido fundamental para la economía y la cultura. Tal es el caso de las antiguas mujeres guaitequeras, manera en la que tradicionalmente nos referimos a quienes han habitado el archipiélago de Las Guaitecas.

Este modo de vida guaitequero, de influencia chona y huilliche, reviste dificultades al ser definido con mayor precisión sobre qué componentes tendría del uno y del otro, ya que como señala Álvarez (2002) la identidad canoera del litoral norte de Aysén es “una construcción antropológica e histórica de la identidad ausente, asumiendo por un lado, que la elaboración de tales poblaciones solo cuenta con relatos fragmentarios y confusos, sus restos materiales, y no su voz y decisión respecto del relato final que los describe y explica”. Lo anterior debido a la desconexión que tenemos entre la información arqueológica e histórica, por los procesos de reducción y desplazamiento producto de la colonización.

Sin embargo, un patrón que podemos definir sobre este modo de vida guaitequero se refiere a habitar el archipiélago en movimiento, donde la experiencia del espacio se basa en itinerarios culturales que superan los límites que hoy definen a la región de Aysén. Con esto particularmente nos referimos a la relación permanente con el archipiélago de Chiloé y los vínculos hacia el sur (Solari et al. 2012) que para Saavedra (2017) daría origen a un espacio social culturalmente híbrido y étnicamente mestizo, donde a su vez coexisten diversas temporalidades, como formas lógicas de apropiación y realización social del tiempo.

Dentro de este patrón podemos observar dos tipos de experiencias de las mujeres vinculadas al mar, por un lado, las que tienen un papel activo en la navegación y por otro, las que se dedicaban principalmente a la huerta, el tejido a telar y las tareas domésticas, aunque en los relatos sobre la infancia destacan su interés por esta práctica:

“Mi papá decía cómo te voy a hacer una lancha si tú eres mujer. A mí me hacía un canastito. Yo igual quería jugar con la lancha, igual corría mi lanchita, a mi imaginación, la pluma era la vela y después le robaba las tejuelas a mi abuelo” [Marta, Melinka en Marticorena 2009]

Si bien entonces, existían mujeres que no desarrollaron la navegación, como práctica vinculada a la subsistencia, esta actividad formaba parte de su cotidiano, para el desplazamiento a la escuela, en la búsqueda familiar de leña, entre otras:

“Las mujeres no andaban con la picota y la pala, en el mar menos. Lo único que íbamos nosotros era ir a buscar leña. Les ayudábamos a cargar leña como paseo. Nunca nos dejaban tener su bote. Andaban con sus maridos, pero no a trabajar. Los maridos trabajaban. Las mujeres a la huerta, yo trabajaba en puros telares. Yo ya no puedo trabajar. Tengo 96 años, andando a 97” [María, Melinka en Marticorena 2009]

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Materias: Antropología - Género
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