Anónimo. Clase de Educación Física. 1939.

El mejoramiento físico y moral de los escolares se integró a la lógica civilizadora de la educación, que buscaba inculcar hábitos ciudadanos y formar cuerpos productivos para aportar al desarrollo del país.

A fines del siglo XIX, el Estado impulsó la enseñanza de la educación física en las escuelas. La asignatura se incorporó en los planes de estudios y se inició la formación del profesorado.

Los manuales, folletos y planes elaborados por maestros y médicos, ilustran la importancia que se le dio a la gimnasia en el fomento de la salud, hábitos de higiene y el desarrollo intelectual del alumnado.

Su enseñanza buscaba disminuir la elevada mortalidad infantil y aportar al desarrollo del país en términos económicos y demográficos. A través de la higiene, los cuidados y preparación del cuerpo, se transmitían también los roles sociales de niños y niñas.

La regulación de los espacios y tiempos en la escuela, fue central en la promoción de la actividad física y los hábitos que se deseaban inculcar en alumnos y alumnas.

Desde el campo de batalla a la escuela

En la Colonia, la actividad física se relacionó con el ejercicio militar y prácticas deportivas esporádicas y recreacionales.

Recién en 1889 se decretó la obligatoriedad de la enseñanza de la educación física en las escuelas. El proceso se consolidó a mediados del siglo XX, con los estudios del médico y profesor Luis Bisquertt, relativos a la educación física social.

El modelo a imitar era el maestro, que tenía por misión aleccionar a los alumnos física y moralmente, y frenar vicios como el tabaquismo y el alcoholismo.

Ello implicó la transformación de los propios docentes, proceso que alcanzó su punto culmine en 1906 con la creación del Instituto de Educación Física y Manual, que formó pedagogos especializados.

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