La vida era regulada por las Compañías
Señoras caminando en un día de lluvia por una calle de Lota. Ignacio Hochhäusler, 1950. Biblioteca Nacional de Chile.
La zona Carbonífera a fines del siglo XIX, ha sido denominada como un área de frontera, caracterizada por una débil presencia del Estado y una conformación del entramado social en base a la explotación industrial de yacimientos mineros, por empresas privadas.
Con el fin de reducir la movilidad de los obreros, las Compañías comenzaron a entregarles viviendas. De manera diferenciada, los poblados urbanos de la Cuenca del Carbón fueron extendiéndose. En 1850 Coronel y Lota habían experimentado un rápido crecimiento, reflejando la cruda estratificación social que puede verse hasta el día de hoy en la zona.
Hombres y mujeres experimentaban las consecuencias de la explotación y las precarias condiciones de vida. Extensas jornadas de trabajo, bajos sueldos y viviendas miserables que escondían los altos índices de violencia sexual y doméstica contra las mujeres en la zona del carbón, reflejadas en las estadísticas nacionales de los años 1861 a 1899 (González, 1991).
Un rígido sistema de relaciones entre hombres y mujeres impulsaba una serie de creencias que vinculaban los infortunios o accidentes bajo tierra, con la presencia de las mujeres en la mina (Plath, 1998). La fuerte relegación de lo femenino al campo de lo doméstico y reproductivo, fue fomentada por las políticas de las Compañías Mineras. Se buscaba regular la vida de los trabajadores y sus familias, instalando un modelo de familia nuclear, concentrado en un padre, la madre y los hijos (Figueroa, 2009).
Las viviendas eran entregadas por la Compañía y las familias debían cumplir con una serie de requisitos para no ser expulsados: conservar el aseo y la higiene. Sumado a lo anterior, estaba prohibido realizar en los pabellones cualquier otra actividad que significara ingresos económicos paralelos, tanto a hombres y mujeres.
La zona del carbón entre los años 1956-1958, poseía los mayores índices de mortalidad infantil del país. En Lota fallecían un 76,8% de niños más que en Concepción y un 132,3%, más que en Santiago. Las enfermedades respiratorias y accidentes mineros aumentaban esta cifra a nivel global.
En 1960 la zona del carbón tenía tres hospitales, de los cuales sólo uno era estatal y los otros dos eran propiedad de las Compañías Carboníferas, estando destinados preferentemente a los mineros accidentados (González, 1991).
Los bajos salarios, el hacinamiento, el déficit de alcantarillado y agua potable, sumado a la precariedad del sistema de salud y educacional eran elementos comunes a todas las familias mineras del carbón. Frente a estos problemas no sólo los mineros se organizaron, sino también las mujeres:
"Las mujeres se organizaron para conseguir algo aquí en los pabellones, por ejemplo, el agua no existía en cada pabellón [...] había que ir a otro pabellón que estaba mucho más lejos" Angélica Araneda (Entrevista PROMEG, 2013).
Cuatro niñas sentadas en el frontis del Palacio Cousiño. Víctor M. Alegría G. 1940. Fondo General. Biblioteca Nacional